Algunas anécdotas... algunas reflexiones...
...tal vez, demasiado pretensiosos.





viernes, 8 de enero de 2010

Capítulo II - Parte 1

Parte 1

Del amor y los sanguches de miga



Aunque cueste entenderlo, aparentemente el amor y los sanguches de miga, estas íntimamente ligados, por lo menos en mi caso.
Durante algunos años estuve, tiempo atrás, en pareja con alguien. Juntos pasamos cosas buenas y malas, entre las que terminaron predominando las malas y, lento, pero a paso firme, la relación murió. De muerte bastante natural, supongamos.
Ella era una persona normal, tan normal como cualquiera de nosotros sostendria que es en, por ejemplo, una entrevista laboral. Aunque tenia una peculiaridad que es la que, años después, me incita a compartir estas lineas. No le gustaba el queso.
Lo comía fundido, pero frío le resultaba intragable, justo en ese fino limite entre la arcada y el vomito. Aunque no es algo poco común, no deja de ser llamativo, por lo que yo, junto a su familia y otros tantos conocidos en común, intentábamos esconder quesos de diferentes tipos y sabores en cuanto plato pudiéramos presentar en una mesa. Todos desistimos algunas decenas de arcadas después.
El queso nunca fue un problema en la pareja y, con el tiempo, me fui haciendo experto en el fino arte de separar de un triple de jamón y queso, la parte del lácteo junto con el pancito que lo une.
Para el cuarto y último año, ya podía separarlos sin ni siquiera rasgar el fino pancito interior. Casi automáticamente, lograba el simple de queso. Arte auténtico.

Mucho tiempo después, después del dolor que me significó la separación de un ser muy querido se cruzó en mi vida otra persona, a la que, con el tiempo, creí querer mucho. Una historia turbulenta, donde, como quien juega un Truco sin techo, siempre estábamos dispuestos a retrucarnos el uno al otro, sin prestar demasiada atención a cuanto podíamos llegar a lastimarnos. No está de mas decir que, antes, muy poco antes del año, la relación sufrió una muerte violenta.
Esto ultimo, es algo reciente y aunque todavía tengo muchas heridas por lamerme, estoy seguro que, en algún momento, le llegará su turno en este espacio.

Dos relaciones completamente diferentes, tres personas completamente diferentes. Pero, entre la multitud de pensamientos que me atacan por las noches y tratan de impedirme el sueño, hay un pensamiento, un recuerdo recurrente, que sin falta llega a mi mente. Pasé este ultimo año preparando simples de jamón. Como todos sabemos, ni los vegetarianos, ni las vegetarianas, comen jamón.

El amor, para mi, siempre fue separar el jamón del queso. Probablemente algún iluminado pueda encontrarle una moraleja a eso. Yo no

Pero algo aprendí: el amor nunca debería mezclarse con los sanguches de miga.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu foto me dio hambre. Y el hambre, dicen, digo, ayuda a no pensar (por eso hay tanta miseria en todos lados, para no pensar)

Saludos

Anónimo dijo...

Si, lo sé, me fui por la tangente...

Saludos

Fede dijo...

Exactemente. El hambre impide pensar, el sanguche de miga es el opio de los pueblos.

Saludos.

Anónimo dijo...

...Tal vez no debas sacar el jamón ni el queso...

Fede dijo...

Tal vez debi dedicarme al pebete... ahi se iban a tener que manejar.

Anónimo dijo...

el amor puede ser un sanguche o un choripan o una pata de pollo o una lechuga hay para todos los gustos, si cabe una observació, las chicas eran mancas o te pasabas de caballeroso?
cada cual a su sanguche creo, como al don pirulero
mientras vos te lames las heridas capaz que las chicas lamen el jamon y el queso respectivamente o viceversa nunca se sabe hay cada mañoso

Fede dijo...

Me senti en la obligación, en ese momento, de comportarme de la mejor forma posible con cada una. Que estan o no lamiendo en este momento, realmente me excede.
Debe ser que todavia no me llegó la bola de cristal que encargué hace meses.

Saludos.