Algunas anécdotas... algunas reflexiones...
...tal vez, demasiado pretensiosos.





jueves, 11 de febrero de 2010

Capítulo IV - Parte 1

Parte 1

Una anécdota perdida,
a modo de introducción.


Me había metido, ya no recuerdo como, en una de las reuniones mas aburridas de mi vida. La misma no era aburrida por los integrantes de la misma sino, simplemente, por el hecho de que yo nada tenía que ver con ellos.
Mi pareja de ese entonces me había convencido de "ir al cumple" de una amiga por algún lado y yo, boludo, me dejé convencer. Conocía poco y nada a las amigas de mi novia y, por lo menos en ese momento, no me sentía con ánimos de hacer nuevas amistades.
Exceptuandome, el único hombre en "el cumple" era el padre de la cumpleañera quien, movido por algún tipo de camaradería de genero, tuvo la brillante idea de sentarse a mi lado y hacerme un poco de compañía. Mejor solo que mal acompañado dijo uno...
Lo bueno es que esa noche aprendí en dos horas lo poco que sé de plomería . Lo malo es que me pasé el sábado a la noche charlando con un viejo sobre las nobles cualidades de PVC.

Sinceramente, hoy me hubiera copado a charlar con el viejo. Pero tenía veintiún años y a esa edad todavía creía que los sábados eran para divertirse.

Pero peor que escuchar a ese viejo es leerme a mi porque, hasta acá, esto no es mas que la introducción a lo que quiero contar: aún con el viejo en el medio, con una música de mierda a un volumen bastante interesante, alcanzaba a escuchar la charla que dos amigas "del cumple" tenían y esa esa es la historia que me trae acá.

-Pero por favor, acompañame. ¡No me podés dejar en banda! - Insistía una, entusiasmada, cada tantos minutos.

Parecía ser, que la chica había conocido un vago en algún lado y, esa noche, habían quedado en encontrarse en un boliche de la zona.

-¡No puedo, mañana tengo que estudiar! - Era la respuesta firme de la amiga. A pesar del decálogo de motivos que exponía "la chica", por momentos, con desesperación.

Aparentemente, el vago llevaba un amigo a cuestas, por lo que "la chica" necesitaba un Sancho Panza que la acompañara en su empresa. Larga la charla, repetitiva y difícil de atender, teniendo en cuenta que yo seguía, al mismo tiempo, discutiendo la importancia del teflón en una instalación de gas.

Pero... por un periodo de unos segundos... se produjo una alineación de circunstancias,que me permitió escuchar un intercambio de frases que dignificaron la noche y que, años después, dieron lugar a esta, inexplicablemente larga, introducción. Mientras el viejo perdía su mirada en un culo que pasaba, el culo cambiaba el CD del equipo musical, se produjo el silencio:

-Yo te acompaño- Dijo "la otra", una tercer amiga que se sumó a la conversación con algo parecido a buenas intenciones.

-¡No!- Gritó "la chica" con el rostro alarmantemente desencajado -Vos sos muy linda, ¿Que querés, que te mire a vos?-

- ¿Entonces me querías llevar a mi porque soy un bagarto? - Exclamó a su vez "la amiga", visiblemente indignada y, tal vez, con algo de razón.


Sinceramente no recuerdo el desenlace de la charla pero igualmente, todo esto no es mas que lo prometido. Una anécdota perdida a modo de introducción:


Capitulo IV: De la amistad.


"Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta." *

Ambroce Bierce.


* En "El diccionario del diablo"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante Fede, brillante.

Saludos

Fede dijo...

Gracias!